sábado, 18 de julio de 2009

La verdad incompleta



Si hay alguien detrás, si está escondido, o si hay algo oculto en algún lugar que se nos impide ver o conocer, no importa la razón, estaremos condenados a vivir, hasta la eternidad, en una relación basada en la mentira o en la ignorancia.

Debemos estar atentos y prevenidos para evitar ingresar sin darnos cuenta, con ingenuidad, con inocencia y candor, en un riesgoso círculo de dementes.

Si entre todos no podemos ver bien la salida, será porque es muy pequeña, y si hay algo que aparece y desaparece, es algo que tiene movimiento y que puede volver a sorprendernos en cualquier momento.

La historia que se esconde, o que se olvida, se repite.



La señora Presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, al pronunciar su discurso el 17 de junio de 2008, refiriendose a las Fuerzas Armadas que usurparon el poder en 1976, las calificó de “Mascarón de Proa” y sugirió que los militares terminaron siendo los chivos expiatorios que afrontan las consecuencias. El 7 de julio del año pasado, la Presidenta concurrió junto a la Ministra de Defensa, Dra. Nilda Garré, a la tradicional cena de camaradería de las Fuerzas Armadas y, en esa oportunidad, al referirse al golpe de Estado de aquel 24 de marzo se habría pronunciado, según trascendió, en similares términos. ¿Habrá recordado la señora Garré que, cuando ella era diputada en 1975, un colega suyo, el diputado Sandler, decía en el recinto que muchos diputados estaban sirviendo de “Máscara de Proa” de un aparato represor, en democracia, demasiado semejante al de la dictadura?

La señora Ministra seguramente debe recordar la violencia verbal de ciertos discursos parlamentarios de aquellos tiempos, cuando se decía a viva voz que estábamos en guerra. Cuando desde una publicación, “El caudillo”, se amenazaba a determinados legisladores, -ella incluida- y se jactaban de haberse ocupado del Diputado Ortega Peña -“el finadito”-. La misma publicación que trataba de traidores y de “naranjos” a media docena de diputados y le reprochaban a Jesús Porto que se juntara con Nilda Garré de Abal Medina -entre otros-, advirtiéndole: “Siempre elegís la equivocada; tenés muy mala suerte!”


Pero volviendo a la Presidenta; sus afirmaciones, por venir de quien vienen, no pueden ser interpretadas como frases descolgadas, ni como meras expresiones literarias y, por ello, creo que son una señal que anticipa algo importante. Posiblemente la historia de los `70 no se haya terminado de escribir. El 9 de julio de este año, -2009- con motivo de celebrarse el día de la Independencia, en su discurso la presidenta aseguró que todos los golpes han sido, siempre, cívico militares.



El miércoles 20 de junio de 1973, una multitud se concentra en Ezeiza para recibir al General Perón; pero los graves incidentes cerca del palco, el enfrentamiento entre grupos antagónicos, la confusión generalizada, los tiroteos, los muertos y los heridos, representaban un escenario que obligaban a cambiar los planes. El avión que traía a Juan Perón, aterriza finalmente en la Séptima Brigada Aérea de Morón. Leonardo Favio se lamentaba en la confitería del Hotel Internacional de Ezeiza por los sucesos que empañaron los actos programados para el recibimiento apoteósico que se había organizado, con júbilo, para celebrar el regreso del General. Leonardo Favio cargó las tintas contra el Ministro del Interior –Dr. Esteban Righi-, a quien le adjudicó la mayor responsabilidad, al afirmar: “con un poco de inteligencia por parte del Ministro del Interior y las autoridades, no hubiera pasado nada, porque el pueblo peronista quiere vivir en paz”. A juzgar por lo que vino después, Leonardo Favio no entendió lo que pasaba. Posiblemente, el cineasta había imaginado otra película pero, lamentablemente, en este caso el guión no dependía de él, ni del pueblo peronista. Los actores involucrados se peleaban por el poder y estaban dispuestos a todo para alcanzarlo.



Después del enfrentamiento “armado” de Ezeiza, sigue el crimen premeditado de José Ignacio Rucci.

Recordemos que Rucci es asesinado el martes 25 de septiembre de 1973. Ese mismo día salía publicado, en el Boletín Oficial, el decreto Nº 1454 de fecha 23-09-73, declarando ilegal la actividad del “Ejercito Revolucionario del Pueblo”.


No podemos decir que fuimos todos, ni podemos decir que nadie fue.


Las Fuerzas Armadas, promediando el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, en un trabajo sobre “El terrorismo en la Argentina”, le adjudican el crimen de Rucci a los Montoneros. Pero en la “síntesis de los actos terroristas cometidos en el ámbito laboral y/o empresarial”, la misma dictadura hace responsable del hecho a otra agrupación.


Así consta: fecha-25-09-73, tipo de hecho-asesinato, víctima u objetivo-José Ignacio Rucci, ámbito en que se desempeñaba –laboral- secretario general de la CGT, banda que ejecutó el acto-PRT-ERP.



El día miércoles 1 de mayo de 1974, el Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, habló ante una manifestación multitudinaria concentrada en Plaza de Mayo; en la misma Plaza que, años después, se convertiría en la de “las Madres” de muchos de los jóvenes presentes en aquella jornada histórica de facturas cruzadas.

Los manifestantes flameaban banderas argentinas y otras con inscripciones que los identificaban. No faltaron los bombos, los cánticos y los panfletos. El clima era tenso. Los Montoneros insultaban a Lopez Rega mientras copaban un sector de la plaza. Don Antonio Carrizo oficiaba de locutor; se pidió un minuto de silencio por la compañera Evita y se rindió homenaje a los caídos en la “lucha de la liberación”.


“Si Evita viviera sería montonera”, -era uno de los estribillos-.

Cuando comenzó a hablar Perón, unos aplaudían y otros gritaban más fuerte “¿qué pasa, qué pasa, qué pasa general? que está lleno de gorilas el gobierno popular” y “si este no es el pueblo, ¿el pueblo dónde está?”

El general Perón increpó a ese sector de la juventud, y entonces los Montoneros plegaron sus banderas y encararon la retirada, gritando y cantando, “Aserrín aserrán, es el pueblo que se va” y “Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical” –“Rucci, traidor, saludos a Vandor”.

El general Perón fue claro; se volcó abiertamente a favor de la ortodoxia peronista, sin dejar ninguna duda más, y dijo: “…algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que lucharon durante veinte años”. Anunció un escarmiento a los “infiltrados que trabajan adentro, y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan desde afuera; sin contar que la mayoría de ellos son mercenarios al servicio del dinero extranjero”. Terminó su discurso agradeciendo a todos los partidos políticos por su cooperación.

Si el asesinato de Rucci fue una invitación a comenzar la guerra, ese día, en la Plaza de Mayo, se aceptó la invitación.

El discurso del presidente, descalificando a un sector de la juventud, marcó a fuego desde entonces una división que se evidenciaría más que nunca en el Congreso, y esos conceptos emitidos en tan pocas palabras se transformarían en letras de molde que se repetirían, una y otra vez, en otros discursos que iremos viendo a medida de ir avanzando en la lectura.



Por alguna razón, las fuerzas políticas con representación parlamentaria, que inauguraron aquel breve período democrático iniciado en 1973, insistían en describir un estado de impotencia frente al accionar de la subversión. Si bien se proponían diferentes remedios para intentar revertir aquella grave situación en función de los múltiples enfoques partidarios, la mayoría de los bloques que conformaban la Cámara de Diputados coincidían en referirse al asunto con una misma palabra que se reiteraba en los discursos pronunciados en el recinto; esa palabra era: “guerra”.

Esto significa que para los legítimos representantes del pueblo de aquel entonces, esa violencia cotidiana que crecía sin parar, era subversión y era guerra. Pretender desconocer los sentimientos que inspiraron aquellos discursos, los que a su vez reflejan una realidad política, o al menos la interpretación de esa realidad en cabeza de los políticos elegidos democráticamente en la década del ’70, implicaría una flagrante tergiversación de los hechos y, por lo tanto, de la historia. Asimismo, pretender analizar retrospectivamente viejos sucesos, ignorando el testimonio fehaciente de quienes ejercieron sus mandatos de diputados en el mismo tiempo y espacio en que se desarrollaron los acontecimientos, implica querer borrar de un plumazo a las mismas instituciones a las que se les habría declarado la guerra en 1973. Aquellos diputados, nos guste o no, sentaron postura en representación del pueblo y consideraron que se trataba de una guerra interna, nunca declarada formalmente, pero su declaración implícita surgía, según ellos, del accionar subversivo sistemático. Así las cosas, el gobierno consideró tener la facultad de ordenar las represalias en el marco de esa guerra.

Hay una serie de datos concretos, objetivos y contundentes, por lo que las subjetividades y las especulaciones extemporáneas no se corresponden con aquella realidad.

Una semana antes del 24 de marzo de 1976, se expresaban desde el Senado de la Nación la solidaridad con las Fuerzas Armadas, frente al accionar de la subversión. Para entonces ya todos sabían que el golpe de Estado era absolutamente inevitable; entre la subversión y la Triple A, habían asfixiado a la democracia. Pero, en rigor de verdad, las autoridades de la Constitución transfirieron el poder a las Fuerzas Armadas el 19 de diciembre de 1975.



Pero escuchemos a diputados de distintos bloques, para saber ¿qué opinaban?


“Ese mediodía del 25 de septiembre de 1973, las balas de los personeros del odio, de los mercenarios al servicio de la antipatria, segaron la vida de José Rucci, un trabajador, un dirigente gremial, un hombre que se jugó hasta la última gota de sangre por la redención del pueblo argentino…”

Dip Citati (PJ) Frejuli



“El movimiento obrero justicialista, que está en la tercera posición, reniega del clasismo; pero del clasismo marxista, del clasismo comunista, ese del trapo rojo que se quiere implantar en nuestro país… los trabajadores debieron ofrendar hasta su propia vida: ahí están los casos de Vandor, Rucci, Alonzo y tantos otros…”

Dip. Stecco (PJ) Frejuli



“¿No será que habrán declarado la guerra?... ¿No habrá llegado la hora de armar la milicia obrera, pero una milicia nacionalista, con un sentido argentino y sin ningún trapo rojo atado? ¿No habrá llegado la hora de que cada argentino lleve un arma para defenderse?... Las cosas no van a ser conducidas con mano blanda, sino con mano dura…”

Dip. Stecco (PJ) Frejuli



“…El compañero Rucci a muerto a manos de aquellos que pretenden convertir el escándalo en algo cotidiano y que tienen un solo objetivo: la guerra civil…”

Dip. Bárbaro (PJ) Frejuli



“¿Qué se pretende con el terrorismo y los crímenes? ¿Llevar a la Argentina a un callejón sin salida que justifique el golpe reaccionario, o provocar la guerra civil?...

Dip Mira (Partido Comunista)



“Buscan la destrucción por la destrucción misma. Quieren quebrar al país. Por eso Tucumán es su teatro…”

Dip Luis Lencina (UCR)



“Si quieren guerra van a tener guerra; pero les aconsejamos la paz…”

Dip Pedrini (Presidente del bloque del PJ) Frejuli



“La paz se da cuando la guerra finaliza…”

Dip Iturrieta (PJ) Frejuli



“Todo esto forma parte de una guerra sorda, de una guerra subterránea que está ocurriendo en el escenario de la República…”

Dip Tróccoli (Presidente del bloque UCR)



“…Al movimiento nacional y al proyecto de reconstrucción nacional les ha sido declarada la guerra… “

Dip Calabrese (MID) Frejuli



“Invocamos a los manes de la patria nuestra para que la cordura reine nuevamente en nuestra tierra y para que esta no gima impotente ante la guerra desatada entre sus propios hijos…”

Dip Moral (Alianza Popular Federalista)

Demócrata Progresista



“No es una guerra sencilla, porque el enemigo cuenta con vastísimos recursos… con dinero, con armas y con el negocio del contrabando de armas…”

Dip Falú (PJ)



“Esta violencia es subversión y es guerra”… “no estamos en presencia de algunos hombres sueltos, de algunas asociaciones ilícitas, de algunas parejas o cuadrillas de delincuentes, sino frente a verdaderas organizaciones armadas, con mucho dinero, con uniformes, con muchas armas, que están atentando contra el orden institucional y contra la paz social…”

Dip Porto (PJ) Frejuli



“Así como la guerra subversiva es una totalidad, la guerra antisubversiva también debe ser una totalidad… En lo estratégico militar, requerimos la centralización en la conducción y la descentralización en la ejecución…”

Diputada Guzmán (Fuerza Federativa Popular)

Movimiento Popular Jujeño



“…Un proyecto transformador, hoy tiene desgraciamente como respuesta de ínfimas y despreciables minorías, esta violencia que asuela nuestra patria y obstruye el camino que todos, o por lo menos la inmensa mayoría, queremos transitar” “Es una guerra no declarada…”

Dip Auyero (Partido Popular Cristiano) Frejuli



“La República está en guerra contra los que están en contra de las instituciones. Nosotros la vamos a defender a cualquier precio…”

Dip. Pedrini (Pte. Del Bloque P.J.) Frejuli


Esta sociedad, sin culpas, así empezó a convivir en democracia y a recorrer el peor de los caminos, el de la violencia hecha sistema.



miércoles, 1 de julio de 2009

Pacto de silencio

Desde mediados del siglo XX la Argentina alterna entre democracias débiles, dictaduras y peronismo; esta última expresión política se impone, e impone su autoridad cuando gobierna y también cuando asume el rol de oposición. Es esta particularidad del peronismo, la de imponerse a todos los adversarios, la de hacerse respetar y ser necesario, la razón fundamental que me lleva a pensar que es en sí mismo un sistema distinto de gobierno, que entiende el ejercicio del poder llevándolo siempre la límite, pero sin llegar a cruzar esa línea imaginaria que lo separa y distingue de las dictaduras.

El peronismo es complejo en su naturaleza; su propia heterogeneidad le ofrece la posibilidad de reinventarse y moverse alternativamente de un lado a otro. Esta oscilación supone poder variar, cambiar y hasta vacilar internamente frente al balanceo que propone una conducción sustitutiva, en función de su dirigencia dividida en posiciones extremas.
Cuando esa división por desavenencias genera una desunión acorazada, la militancia resulta transportada en medio de un clima de discordia que puede transformarse en guerra, y esto pasó en el último gobierno de Perón y podría volver a suceder, de mantenerse intacto un pacto de silencio.

Al asumir la conducción del P.J., el santacruceño estaba en condiciones de proponer y encabezar una saludable autocrítica peronista, para revisar tendencias y posturas del aparato político que protagonizó, en la década del ’70, aquel enfrentamiento entre líneas internas que, obviamente, derivaría en tragedia. Esta omisión de Néstor Kirchner deja un saldo deudor en el balance de su gestión y abre una pregunta, ¿por qué evitó descargar sobre las estructuras partidarias la cuota de responsabilidad que debería afrontar la clase política para poder transmitir con honestidad su propia historia? Aquel enfrentamiento no fue precisamente entre molinos de viento.
El hecho de no haber puesto en evidencia, oportunamente, desde dónde se decidió pulsear sin conseciones para imponer un modelo, lo ubica ahora a Kirchner frente a las corporaciones y de cara a la oposición, como un exagerado cuando pugna contra las opiniones y las corrientes de pensamiento que intentan destruirlo, para desandar lo andado, y así volver a los ’90 y tal vez a los ’70, anclando al pueblo de espaldas al “quijote”, mientras la mano izquierda de la política nacional lava a la derecha y entre las dos lavan la cara, las culpas y el ropaje que intentará exhibir, según convenga, alguna encarnación de un nuevo ayer.

Alguien tendrá que hablar, antes que tarde, sobre la responsabilidad del P.J. de derecha y sus aliados, como inductores de la represión sangrienta.